Las viñas se ubican en las colinas de Valdarno, al pie de las montañas de Pratomagno, un lugar perfecto para su desarrollo. Las condiciones únicas del suelo y clima dejan su impronta en los vinos. Un gran lago cubrió todo el valle durante la época del Plioceno dejando una composición química de suelos única como legado, ideal para la viticultura. Hoy los inviernos suaves y el clima templado permiten hacer el mejor uso de este legado.

La amalgama de estas características poco comunes y valiosas fueron un impulso esencial para la voluntad de Ferruccio y Salvatore Ferragamo de dar vida, en 1995, al renacimiento vitivinícola de Il Borro. El análisis y los estudios cuidadosos han condicionado cada elección: desde la variedad hasta los clones y los injertos, nada se ha dejado al azar.

Las vides nativas, como Sangiovese, pero también las vides de la “tradición toscana”, como el merlot, el cabernet sauvignon y el petit verdot, hoy coexisten juntas, adaptándose mejor a la variabilidad de la tierra. Son 45 hectáreas, ubicadas entre 300 y 500 metros sobre el nivel del mar, divididas entre las diferentes variedades cultivadas para que cada una pueda expresar mejor sus cualidades.

Las decisiones se toman después de meditar mucho el impacto que pueden llegar a causar en la comunidad y en las futuras generaciones. Se tiene un compromiso no solo para hacer el mejor uso de el suelo sino también de cada detalle que pueda afectar la vida de la bodega Il Borro. Los principios de biodinámica y sustentabilidad son evidentes en casi todos los proyectos de la bodega: energía solar, el uso de vehículos eléctricos y la construcción de una planta generadora de biomasa han minimizado el impacto en el medio ambiente